Entre los días 30 de noviembre y 01 de diciembre de 2018, se llevó a cabo en la Ciudad de Córdoba el IV Congreso Argentino de Impresión 3D. Representantes de áreas tan diversas como la industria, la medicina o el arte, entre otras tantas, confluyeron en el centro cultural de la ciudad para compartir logros y perspectivas para los años próximos.
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Con una cantidad de concurrentes en aumento y un espectro de utilizaciones cada vez más grande, el IV Congreso Argentino de Impresión 3D fue una muestra del afianzamiento de esta tecnología en la matriz productiva de nuestro país.
En los próximos posteos del blog de 3D+Print, compartiremos algunos de los hechos relevantes que identificamos como ejes principales a considerar para la impresión 3D en la Argentina en 2019.
En esta primera entrega, queremos reflexionar sobre el cambio de paradigma que implica hablar de manufactura aditiva en lugar de impresión 3D.
I hope you guess my name…
Los avances en máquinas, materiales y procesos de impresión están generando un cambio de paradigma en la industria. Cada vez son más los que prefieren hablar de manufactura aditiva en lugar de impresión 3D.
Puede parecer algo superficial, una manera distinta de nombrar a lo mismo. Pero, parafraseando a Paul Valèry, no olvidemos que lo más profundo es la piel. En este aparente cambio superfluo, se esconde un profundo viraje de paradigma. Una nueva forma de abordar a nuestra disciplina.
Originalmente reservada a actividades de realización de prototipos o piezas únicas, la impresión 3D era mirada con recelo por la industria. Algo experimental, una moda pasajera. Tal vez, una forma más compleja de hacer las ya conocidas estereolitografías, pero nada más. No había lugar para ella en el exigente mundo de la producción en serie.
Gracias al acceso a nuevas tecnologías de impresión, a máquinas más confiables y a materiales de mejores características mecánicas, se pueden obtener hoy procesos más estables, con mayor precisión dimensional, con mejores acabados superficiales y con aumento notable en la resistencia a solicitaciones.
Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de impresión 3D en 2019?
No se trata ya solo de las difundidas impresoras FDM de uso cuasi hobbysta. Decir impresión 3D hoy en Argentina es hablar de impresión en metal, en resinas. También de ABS y PLA, claro está, pero con una calidad superior que la de la cabeza de Darth Vader o la del florero facetado que imprimimos para adornar nuestro escritorio.
Cuando hablamos de impresión 3D para la próxima década, hablamos de manufactura aditiva, es decir, de la producción de piezas a nivel industrial mediante el agregado sucesivo de capas de material. Una alternativa a las manufacturas tradicionales como el arranque de viruta, el moldeo o el conformado, allí donde ellas no pueden responder a las necesidades de baja inversión inicial o alto nivel de personalización.
Si la industria manufacturera prefiere hablar de tecnología de fabricación aditiva, no es porque entre sus staffs de ingeniería se ande recitando poemas de Valèry en las reuniones, sino porque comienza a ser reconocida su potencia para rentabilizar los procesos de fabricación donde los métodos tradicionales no lo logran. Especialmente para aquellos proyectos que implican productos con un forecast de volumen bajo, geometrías complejas y altos requerimientos de personalización en productos con ciclos de vida cada vez más cortos.
- Lotes pequeños de producción
- Geometrías complejas
- Alta personalización
- Ciclos de Vida Cortos
Menores inversiones en herramentales, loops de diseño más cortos, versatilidad en la configuración del producto. Las posibilidades son infinitas, van desde lo más tradicional, como la producción industrial, a lo más desafiante, como aplicaciones en medicina. La odontología, pionera en el uso de la impresión 3D, la joyería, el diseño industrial, la moda, la cocina, incluso la producción artística. La tecnología aditiva muestra a diario su potencial en crecimiento constante.
Será necesario transitar este cambio de paradigma para comprender cómo una forma de fabricación diferente puede ser la respuesta a necesidades tradicionales.